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Vencedor, Derrotado, Hijo
Morgan Rice
De Coronas y Gloria #8
Morgan Rice ha concebido lo que promete ser otra brillante serie, que nos sumerge en una fantasГa de valor, honor, coraje, magia y fe en el destino. Morgan ha conseguido de nuevo producir un fuerte conjunto de personajes que harГЎ que los aclamemos a cada pГЎgina… Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores a los que les gusta la fantasГa bien escrita. Books and Movie Reviews, Roberto Mattos (sobre el Despertar de los dragones) VENCEDOR, DERROTADO, HIJO es el libro #8 -y el Гєltimo libro- de la serie de fantasГa Г©pica DE CORONAS Y GLORIA, que empieza con ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1) Mientras Ceres lucha en una tierra mГstica para recuperar sus poderes perdidos – y para salvar su propia vida- Thanos, Akila, Lord West y los demГЎs se atrincheran en la isla de Haylon para su Гєltima tentativa contra el poder de la flota de Felldust. Jeva intenta reunir a su Pueblo del Hueso para que vengan en ayuda de Thanos y se unan a la batalla por Haylon. Le sigue una batalla Г©pica, ola tras ola, y todos ellos dependen de un tiempo limitado si Ceres no regresa. EstefanГa parte hacia Felldust para cortejar a la Segunda Piedra y llevarlo hacia Delos, para recuperar el reino que una vez fue suyo. Pero en este nuevo mundo de crueldad, puede que no todo vaya como ella habГa planeado. Irrien, con su reciente victoria en el Norte, reГєne toda la fuerza de la flota de Felldust para dirigir un ataque final y demoledor sobre Haylon. TambiГ©n trae un arma sorpresa -un monstruo de inconmensurable poder- para asegurarse de que Ceres es aniquilada para siempre. Mientras tanto, el hechicero Daskalos envГa a su arma definitiva -el hijo de Thanos y EstefanГa- en una misiГіn para matar a su padre. En el final de la serie se da la mГЎs Г©pica de las batallas, con el destino del mundo pendiendo de un hilo. ВїVivirГЎ Ceres? ВїY Thanos? ВїQuГ© sucederГЎ con su hijo? ВїVolverГЎ a haber libertad? ВїY encontrarГЎn Thanos y Ceres finalmente el verdadero amor?VENCEDOR, DERROTADO, HIJO narra la historia Г©pica del amor trГЎgico, la venganza, la traiciГіn, la ambiciГіn y el destino. Llena de personajes inolvidables y acciГіn vibrante, nos transporta a un mundo que nunca olvidaremos y hace que nos volvamos a enamorar de la fantasГa. Un libro de fantasГa lleno de acciГіn que seguro que satisfarГЎ a los admiradores de las anteriores novelas de Morgan Rice, junto con los admiradores de obras como El ciclo del legado de Christopher Paolini… Los admiradores de la FicciГіn para jГіvenes adultos devorarГЎn este Гєltimo trabajo de Rice y pedirГЎn mГЎs. The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones)
VENCEDOR, DERROTADO, HIJO
(DE CORONAS Y GLORIA –LIBRO 8)
Morgan rice
Morgan Rice
Morgan Rice tiene el #1 en Г©xito de ventas como el autor mГЎs exitoso de USA Today con la serie de fantasГa Г©pica EL ANILLO DEL HECHICERO, compuesta de diecisiete libros; de la serie #1 en ventas EL DIARIO DEL VAMPIRO, compuesta de doce libros; de la serie #1 en ventas LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA, novela de suspense post-apocalГptica compuesta de tres libros; de la serie de fantasГa Г©pica REYES Y HECHICEROS, compuesta de seis libros; y de la nueva serie de fantasГa Г©pica DE CORONAS Y GLORIA. Los libros de Morgan estГЎn disponibles en audio y ediciones impresas y las traducciones estГЎn disponibles en mГЎs de 25 idiomas.
A Morgan le encanta escucharte, asГ que, por favor, visita www.morganrice.books (http://www.morganrice.books/) para unirte a la lista de correo, recibir un libro gratuito, recibir regalos, descargar la app gratuita, conocer las Гєltimas noticias, conectarte con Facebook o Twitter ВЎy seguirla de cerca!
Algunas opiniones sobre Morgan Rice
В«Si pensaba que no quedaba una razГіn para vivir tras el final de la serie EL ANILLO DEL HECHICERO, se equivocaba. En EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES Morgan Rice consigue lo que promete ser otra magnГfica serie, que nos sumerge en una fantasГa de trols y dragones, de valentГa, honor, coraje, magia y fe en el destino. Morgan ha conseguido de nuevo producir un conjunto de personajes que nos gustarГЎn mГЎs a cada pГЎgina… Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores que disfrutan de una novela de fantasГa bien escritaВ».
--Books and Movie Reviews
Roberto Mattos
В«Una novela de fantasГa llena de acciГіn que seguro satisfarГЎ a los fans de las anteriores novelas de Morgan Rice, ademГЎs de a los fans de obras como EL CICLO DEL LEGADO de Christopher Paolini… Los fans de la FicciГіn para JГіvenes Adultos devorarГЎn la obra mГЎs reciente de Rice y pedirГЎn mГЎsВ».
--The Wanderer, A Literary Journal (sobre El despertar de los dragones)
В«Una animada fantasГa que entrelaza elementos de misterio e intriga en su trama. La senda de los hГ©roes trata sobre la forja del valor y la realizaciГіn de un propГіsito en la vida que lleva al crecimiento, a la madurez, a la excelencia… Para aquellos que buscan aventuras fantГЎsticas sustanciosas, los protagonistas, las estrategias y la acciГіn proporcionan un fuerte conjunto de encuentros que se centran en la evoluciГіn de Thor desde que era un niГ±o soГ±ador hasta convertirse en un joven adulto que se enfrenta a probabilidades de supervivencia imposibles… Solo el comienzo de lo que promete ser una serie Г©pica para jГіvenes adultosВ».
--Midwest Book Review (D. Donovan, eBook Reviewer)
В«EL ANILLO DEL HECHICERO tiene todos los ingredientes para ser un Г©xito inmediato: conspiraciones, tramas, misterio, caballeros valientes e incipientes relaciones repletas de corazones rotos, engaГ±o y traiciГіn. Lo entretendrГЎ durante horas y satisfarГЎ a personas de todas las edades. Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores del gГ©nero fantГЎsticoВ».
-Books and Movie Reviews, Roberto Mattos
В«En este primer libro lleno de acciГіn de la serie de fantasГa Г©pica El anillo del hechicero (que actualmente cuenta con 14 libros), Rice presenta a los lectores al joven de 14 aГ±os Thorgrin “Thor” McLeod, cuyo sueГ±o es alistarse en la LegiГіn de los Plateados, los caballeros de Г©lite que sirven al rey… La escritura de Rice es de buena calidad y el argumento intriganteВ».
--Publishers Weekly
Libros de Morgan Rice
EL CAMINO DE ACERO
SOLO LOS DIGNOS (Libro #1)
UN TRONO PARA LAS HERMANAS
UN TRONO PARA LAS HERMANAS (Libro #1)
UNA CORTE PARA LOS LADRONES (Libro #2)
DE CORONAS Y GLORIA
ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #1)
CANALLA, PRISIONERA, PRINCESA (Libro #2)
ESCLAVA, GUERRERA, REINA (Libro #3)
REBELDE, POBRE, REY (Libro #4)
SOLDADO, HERMANO, HECHICERO (Libro #5)
HÉROE, TRAIDORA, HIJA (Libro #6)
GOBERNANTE, RIVAL, EXILIADO (Libro #7)
VENCEDOR, DERROTADO, HIJO (Libro #8)
REYES Y HECHICEROS
EL DESPERTAR DE LOS DRAGONES (Libro #1)
EL DESPERTAR DEL VALIENTE (Libro #2)
EL PESO DEL HONOR (Libro #3)
UNA FORJA DE VALOR (Libro #4)
UN REINO DE SOMBRAS (Libro #5)
LA NOCHE DE LOS VALIENTES (Libro #6)
EL ANILLO DEL HECHICERO
LA SENDA DE LOS HÉROES (Libro #1)
UNA MARCHA DE REYES (Libro #2)
UN DESTINO DE DRAGONES (Libro #3)
UN GRITO DE HONOR (Libro #4)
UN VOTO DE GLORIA (Libro #5)
UNA POSICIГ“N DE VALOR (Libro #6)
UN RITO DE ESPADAS (Libro #7)
UNA CONCESIГ“N DE ARMAS (Libro #8)
UN CIELO DE HECHIZOS (Libro #9)
UN MAR DE ARMADURAS (Libro #10)
UN REINO DE ACERO (Libro #11)
UNA TIERRA DE FUEGO (Libro #12)
UN MANDATO DE REINAS (Libro #13)
UNA PROMESA DE HERMANOS (Libro #14)
UN SUEГ‘O DE MORTALES (Libro #15)
UNA JUSTA DE CABALLEROS (Libro #16)
EL DON DE LA BATALLA (Libro #17)
LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA
ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro #1)
ARENA DOS (Libro #2)
ARENA TRES (Libro #3)
VAMPIRA, CAГЌDA
ANTES DEL AMANECER (Libro #1)
EL DIARIO DEL VAMPIRO
TRANSFORMACIГ“N (Libro #1)
AMORES (Libro #2)
TRAICIONADA(Libro #3)
DESTINADA (Libro #4)
DESEADA (Libro #5)
COMPROMETIDA (Libro #6)
JURADA (Libro #7)
ENCONTRADA (Libro #8)
RESUCITADA (Libro #9)
ANSIADA (Libro #10)
CONDENADA (Libro #11)
OBSESIONADA (Libro #12)
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Derechos Reservados В© 2017 por Morgan Rice. Todos los derechos reservados. A excepciГіn de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperaciГіn de informaciГіn, sin la autorizaciГіn previa de la autora. Este libro electrГіnico estГЎ disponible solamente para su disfrute personal. Este libro electrГіnico no puede ser revendido ni regalado a otras personas. Si desea compartir este libro con otra persona, tiene que adquirir un ejemplar adicional para cada uno. Si estГЎ leyendo este libro y no lo ha comprado, o no lo comprГі solamente para su uso, por favor devuГ©lvalo y adquiera su propio ejemplar. Gracias por respetar el arduo trabajo de esta escritora. Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginaciГіn de la autora o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es totalmente una coincidencia. Imagen de la cubierta Derechos reservados Captblack76, utilizada bajo licencia de shutterstock.com.
ГЌNDICE
CAPГЌTULO UNO (#ud3e36f34-2993-5512-be18-b39e7d8a4dcc)
CAPГЌTULO DOS (#u57db8442-73b3-5027-ba8c-cce4bd1f2a04)
CAPГЌTULO TRES (#u4ef76e4f-e0e4-55e9-8f1c-fbe12455c7af)
CAPГЌTULO CUATRO (#u847b776e-10a2-56e0-a187-9061cca5abdb)
CAPГЌTULO CINCO (#u8b642a00-c841-55e9-aeaf-9690587c2dcb)
CAPГЌTULO SEIS (#u1aefa3b1-de27-57e3-bc11-2b56b38a98da)
CAPГЌTULO SIETE (#u407291bf-cdee-5191-867e-66cb7450ad96)
CAPГЌTULO OCHO (#u794471af-b0b9-51db-a172-fbc6ac3933fb)
CAPГЌTULO NUEVE (#u94ed7016-76ac-5404-af67-8898b18d805a)
CAPГЌTULO DIEZ (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO ONCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DOCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TRECE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO CATORCE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO QUINCE (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO DIECISÉIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECISIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECIOCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO DIECINUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIUNO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIDГ“S (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO VEINTITRÉS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTICUATRO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTICINCO (#litres_trial_promo)
CAPÍTULO VEINTISÉIS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTISIETE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTIOCHO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO VEINTINUEVE (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y UNO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y DOS (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y TRES (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y CUATRO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y CINCO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO TREINTA Y SEIS (#litres_trial_promo)
EPГЌLOGO (#litres_trial_promo)
CAPГЌTULO UNO
Thanos se agachГі cuando una flecha pasГі a toda velocidad por delante de Г©l y escuchГі su ruido metГЎlico contra las paredes de piedra de una de las casas de Haylon. RegresГі a toda prisa por las calles, llegГі a un cruce y se girГі, espada en mano.
Media docena de los antiguos hombres de Lord West salieron de un lado, los antiguos soldados del Imperio salieron del otro, mientras los soldados nativos de la isla salГan en grandes cantidades de las casas de alrededor. Atraparon entre ellos a los soldados de Felldust que perseguГan y Thanos atacГі.
Thanos clavГі su espada contra el escudo de un hombre, se dio la vuelta para bloquear un golpe que iba dirigido a un hombre que estaba a su lado y tirГі hacia atrГЎs de una patada a un tercer soldado mientras Sir Justin se metГa en el hueco que quedaba y mataba a otro hombre.
—Estás cogiendo por costumbre salvarme —dijo Thanos en un fugaz respiro de la lucha.
—Continúa luchando y estaremos en paz —respondió Justin.
Eso lo podГa hacer Thanos, al menos. AtrapГі un hacha sobre su espada y la mantuvo en alto para que uno de los soldados del Imperio pudiera clavar una puГ±alada en el espacio que quedaba y, a continuaciГіn, cogiГі el hacha con su mano mala.
Ahora se acercaban mГЎs enemigos, apareciendo en grandes cantidades mientras los invasores se daban cuenta de que allГ habГa un nudo de defensores. Aquello significaba que tocaba dispersarse de nuevo.
—¡Retroceded! —exclamГі, y los hombres que habГa a su alrededor corrieron hacia una de las casas, cortando camino por otra calle. Thanos corrГa y vio que a su lado iba corriendo el General Haven. El anciano tenГa la cara roja por el esfuerzo.
—¿No deberГa buscar un lugar menos… activo en el que luchar, General? —preguntГі Thanos.
Haven le lanzГі una mirada amenazadora.
—¡No me digas lo que debo hacer, jovencito! ВЎTГє no eres mi prГncipe!
A pesar de sus quejas, el viejo general parecГa estar contento de luchar junto a Thanos y Justin mientras luchaban por subir una serie de escalones de piedra hasta uno de los tejados de la ciudad. Era imposible saber quГ© soldados habГan salido de quГ© sitios; Thanos solo veГa que los hombres que defendГan la isla lo hacГan con valentГa y tesГіn.
Sin embargo, desde allГ veГa el tamaГ±o de la flota que estaba atacando la isla. No era la enorme flota de invasiГіn que habГa venido a Delos, pero aun asГ era cuantiosa. CubrГa el espacio que rodeaba el puerto como una oscura mancha sobre el agua, llenando con barcos que todavГa ahora estaban descargando mГЎs y mГЎs soldados sobre el suelo de Haylon.
La Гєnica esperanza era atacar y marchar corriendo, soltando montones de atacantes para despuГ©s convertirlos en una multitud antes de que se adentraran en la ciudad. Los guerreros nativos de Haylon parecГan estar mГЎs que acostumbrados a ese tipo de tГЎctica, pero a Thanos le sorprendiГі bastante lo bien que las utilizaban los antiguos soldados del Imperio. Probablemente, el tiempo que habГan pasado siendo perseguidos por las colinas de la isla tenГa algo que ver.
—Por aquà —dijo Haven, y Thanos siguiГі al general partiendo del hecho de que, seguramente, era el que mejor conocГa la isla de todos los que estaban allГ. Thanos deseaba que Iakos y Akila estuvieran allГ, pero el lГder sustituto estaba muerto y Akila estaba demasiado malherido para esas tГ©cnicas escapatorias.
Thanos vio una serie de calles que reconocГa y hizo una seГ±al al general.
—Aquà —gritó—. Los callejones.
Ante su sorpresa, le siguieron. Pasaron corriendo por una serie de callejones estrechos y volvieron a girar. ParecГa que algunos de los hombres de Sir Justin querГan atacar de nuevo al enemigo, pero Thanos levantГі el brazo para detenerlos.
—Esperémosles —dijo Thanos—. Podemos defender mejor desde este extremo y… bueno, observar.
Puede que aГєn no lo conocieran, pero aun asГ se quedaron quietos. Los soldados de Felldust atacaron y entonces fue cuando los isleГ±os que estaban a la espera se colaron por los muros que habГa a ambos y los cubrieron de escombros.
—Iakos puso trampas en media ciudad —explicГі Thanos. Ahora le costaba respirar y deseaba poder parar aunque fuera un momento, pero en una batalla como esta, no habГa tiempo—. Venga, tenemos que continuar.
Retrocedieron mГЎs, esta vez andando con cuidado entre cuerdas de trampa y trampas para animales.
—Esta es una manera sucia de luchar —dijo Sir Justin.
Thanos le puso una mano sobre el hombro. PodГa imaginar por lo que aquel hombre estaba pasando. Los antiguos hombres de Lord West probablemente estaban acostumbrados a llevar a cabo ataques y duelos cuidadosamente planeados, no a luchar en callejones y escapar.
—Estamos haciendo lo que debemos para ganar —dijo. Thanos todavГa recordaba cuando Г©l habГa luchado con tanta cautela que no habГa matado a sus contrincantes, y habГa luchado con honor. Ahora aquellos tiempos parecГan muy lejanos—. Estamos manteniendo a salvo a nuestras familias y amigos. Estamos salvando a la gente de Haylon y al Imperio.
Vio que los guerreros asentГan y ahora estaban de nuevo lejos entre las casas, corriendo delante de las fuerzas que avanzaban.
Esa era la parte preocupante de todo aquello. Estaban perdiendo terreno con cada enfrentamiento, incapaces de parar y luchar ante tantos contrincantes. Incluso cuando Thanos girГі de nuevo, apartando de un golpe una lanza para poder clavar su espada en la persona que la empuГ±aba, saliГі corriendo de nuevo, dirigiГ©ndose de nuevo a la siguiente posiciГіn entre las casas y luego hasta la siguiente.
No parecГa tanto luchar para ganar como simplemente frenar la derrota tanto tiempo como fuera posible.
Thanos se encontraba tras una barricada en medio de la ciudad cuando llegГі un mensajero corriendo, saliendo repentinamente de un portal de por allГ cerca. Thanos casi lo ensarta por instinto, pero consiguiГі retroceder a tiempo.
—Akila dice que ya es hora de que las Гєltimas personas se retiren de la ciudad. Una de las playas de la punta de la isla ha caГdo, y los necesitamos a todos para reforzar los desfiladeros.
Thanos asintiГі, intentando ocultar su decepciГіn ante aquellas palabras. Thanos sabГa que esto era inevitable desde que las fuerzas de Felldust habГan abierto a la fuerza los portones del puerto, pero se habГa atrevido a esperar que fuera porque lo habГan confiado todo a aquel ataque. Si tambiГ©n podГan tomar playas cruzando la isla, las cosas estaban peor de lo que pensaba.
—¡Retroceded hasta las colinas! —exclamГі, y los hombres que lo rodeaban parecieron sorprenderse por un instante, antes de partir a travГ©s de la ciudad hacia los desfiladeros. Los hombres del General Haven fueron tan rГЎpidos como los hombres de Haylon, pues evidentemente habГan llegado a conocer las montaГ±as durante el tiempo que lucharon allГ. Los antiguos hombres de Lord West siguieron, evidentemente guiados por Thanos. Г‰l tan solo esperaba que no estarlos llevando hasta su muerte.
Llegaron hasta los muros de piedra y los desfiladeros del borde de la ciudad. HabГa unos hombres con mazos esperando junto a unas grandes plataformas de madera. Thanos imaginaba que cuando los encarrilaran hacia dentro, los muros de piedra se derrumbarГan y formarГan un muro natural. Thanos imaginaba tambiГ©n que, a no ser que lo hubieran calculado muy bien, los hombres se arriesgaban a quedar enterrados cuando se derrumbaran las piedras. Estaban entregando sus vidas para frenar el avance.
Thanos no podГa permitir que lo hicieran solos.
AgarrГі uno de los martillos, ignorando la cara de conmociГіn del hombre mientras observaba cГіmo las tropas que iban con Г©l se colaban por el hueco. Llegaron mГЎs guerreros de Haylon, y mГЎs todavГa, pero ahora Thanos veГa que los hombres de Felldust seguГan de cerca.
Entonces empezГі a pensar en Ceres. Esperaba que su bГєsqueda le fuera mejor de lo que a ellos les iba en la isla. TenГa muchos deseos con ella y, si morГa aquГ, nunca sucederГan, pero no podГa quedarse quieto y dejar que estos hombres lo hicieran solos.
—Debemos hacerlo —dijo uno de los hombres que estaban allГ.
Thanos negГі con la cabeza.
—TodavГa no. AГєn tienen que llegar mГЎs hombres.
—Pero si los hombres de Felldust nos localizan …
—He dicho que todavГa no —repitiГі Thanos.
Los guerreros continuaron llegando, y Thanos dejaba pasar a tantos de los suyos como podГa. Cuando el primero de los guerreros de Felldust fue hacia Г©l, Thanos parГі el golpe con el mango de su mazo y, a continuaciГіn, atacГі de nuevo, sintiendo que las costillas cedГan por el golpe. otro se adelantГі y allГ estaba Haven para derribarlo.
—Este no es un lugar para ti, mi prГncipe —dijo.
—Pensaba que habГa dicho que yo no era su prГncipe —remarcГі Thanos.
OyГі que el hombre suspiraba.
—No lo eres, pero tienes razón. Vine a esta isla para ser un asesino. Es el momento de ser algo más.
Hizo una seГ±al con la cabeza y Thanos notГі unas manos fuertes que le agarraban los brazos. Dos soldados del Imperio lo echaban hacia atrГЎs mientras Haven se hacГa con el martillo que sostenГa Thanos.
—Haven, no lo haga —dijo Thanos.
Pero era demasiado tarde. El viejo general ya estaba balanceando el martillo, junto a los pocos hombres elegidos de Haylon. Lo balanceaba con toda la fuerza de un hombre mucho mГЎs joven, los golpes impactaban contra la plataforma, mientras las rocas crujГan por encima suyo.
Cuando estas cedieron, fue como un trueno, parecГa que el mundo entero desaparecГa bajo la lluvia de piedras que caГa. El General Haven desapareciГі bajo esa avalancha, dejando tan solo un sГіlido muro de losas.
Thanos mirГі al montГіn asombrado.
Aun asГ, sabГa que esto solo les daba un poco mГЎs de tiempo.
Haylon estaba perdida.
Solo esperaba que las cosas fueran mГЎs fГЎciles para Ceres.
CAPГЌTULO DOS
Ceres alzГі la vista desde el hoyo, hacia el cГrculo de hechiceros medio muertos que lo rodeaban e intentaba ocultar su miedo. ConsiguiГі reunir resistencia mientras observaba cГіmo se reunГan, agarrando con fuerza las empuГ±aduras de sus espadas iguales, manteniГ©ndose a la espera. No iba a permitir que la vieran asustada allГЎ abajo.
—PodrГas habernos liberado —dijo el lГder como vieja.
—Liberaros para que destruyerais cosas —respondió Ceres—. Nunca.
—En ese caso tomaremos tu sangre y seremos lo que fuimos por lo menos por un rato.
Ceres se quedГі quieta, esperГЎndolos. ВїCuГЎl de ellos atacarГa primero? ВїSe limitarГan a disparar su magia hacia el hoyo y destruirla? No, no podГan, Вїverdad? No ahora que necesitaban su sangre. Entonces tuvo una idea. Un modo en el que realmente podrГa salir de este hoyo. Pero serГa peligroso. Muy peligroso.
—¿Pensáis que tengo miedo de vosotros? —preguntó Ceres—. Yo ya he luchado en hoyos. Venga, venid todos.
Esto no funcionarГa a no ser que todos fueran hacia ella. Aun asГ, fue aterrador cuando descendГan en silencio hasta llegar a la dura piedra del hoyo y echaban a correr a toda prisa para atacarla.
Ceres atacaba y se movГa. HabГa tan poco espacio en el hoyo que existГa el peligro de que se arremolinaran a su alrededor. CortГі una mano que la agarrГі y se agachГі para esquivar el golpe de unas garras que se dirigГan a su garganta. NotГі el araГ±azo de una mano en el costado y lanzГі una patada, derribando a uno de los hechiceros.
No eran tan fuertes como habГan sido. Ceres imaginaba que habГan usado mГЎs poder del que deseaban al lanzarle la magia. Continuaba atacando, continuaba esquivando dentro del hoyo mientras esperaba el momento en el que algunos de ellos se alinearan como ella querГa.
Ceres lo vio y no dudГі. Puede que no tuviera la fuerza y la velocidad superiores que le proporcionaba su sangre, pero todavГa era lo suficientemente rГЎpida y fuerte para esto. DerribГі a uno que estaba delante de ella, haciГ©ndolo caer de rodillas, lanzГі sus espadas fuera del hoyo y usГі la espada del hechicero como trampolГn mientras este aГєn se estaba recuperando. BrincГі sobre los hombros del siguiente enemigo y, a continuaciГіn, saltГі con todas sus fuerzas hasta el borde del hoyo. Si esto salГa mal, se habГa deshecho de las Гєnicas armas que tenГa para protegerse.
ImpactГі contra la piedra del muro del hoyo y se agarrГі al borde con las manos mientras luchaba por subir. Ceres sintiГі que algo se le agarraba a la pierna y lanzГі una patada por instinto, sintiendo el crujido del hueso cuando dio de lleno en el crГЎneo de un hechicero. Ese impulso fue lo Гєnico que necesitГі para continuar escalando y, rГЎpidamente, Ceres subiГі por el borde del hoyo en el que habГa caГdo.
AgarrГі sus espadas y se levantГі mientras los hechiceros chillaban furiosos.
—¡Te perseguiremos! —prometieron.
Entonces uno rugiГі furioso y lanzГі magia en su direcciГіn. Ceres se apartГі, pero esto fue como una seГ±al para que los demГЎs tambiГ©n atacaran. Las llamas y los rayos la seguГan mientras marchaba corriendo del lugar en el que estaba el hoyo y, a su alrededor, Ceres oyГі que los muros retumbaban. Al principio cayeron piedras pequeГ±as y despuГ©s mГЎs grandes.
Ceres continuaba corriendo desesperadamente, mientras caГan piedras a su alrededor, rebotando al impactar contra el suelo y rodando en el caso de las mГЎs grandes. Se abalanzГі hacia delante y, al levantarse, vio que el tГєnel que habГa detrГЎs suyo ahora estaba bloqueado.
ВїDetendrГa esto a los antiguos hechiceros? Posiblemente no para siempre. Si no morГan, al final conseguirГan abrirse camino a travГ©s de Г©l, pero eso no era lo mismo que poder perseguir a Ceres ahora. Al menos, por ahora estaba a salvo.
ContinuГі por los tГєneles, sin saber en quГ© direcciГіn ir, pero confiando en el instinto bajo el tenue resplandor de la luz de la cueva. Ceres vio que, mГЎs adelante, esta daba a una caverna con estalactitas colgando del techo. AllГ tambiГ©n se oГa el sonido del agua y Ceres se sorprendiГі al ver un ancho arroyo que pasaba por el medio.
AdemГЎs, habГa un poste de amarre a la que estaba atada una barca de fondo plano. Ceres imaginГі que la barca debГa llevar allГ atada mГЎs aГ±os de los que ella podГa pensar, pero, de alguna manera, todavГa parecГa fuerte. RГo abajo, Ceres vio una luz que no se encontraba en el resto de las cuevas y algo le decГa que era hacia donde debГa dirigirse.
SubiГі a la barca, la soltГі y se dejГі llevar por la corriente. El agua golpeaba el lado de la pequeГ±a embarcaciГіn y Ceres sentГa que la expectaciГіn crecГa en su interior mientras esta avanzaba. En otra ocasiГіn, podrГa haberse preocupado por una corriente asГ, pensando que podrГa llevar hasta un dique, o peor aГєn, hasta una cascada. Sin embargo, ahora la corriente parecГa ser algo intencionado, pensada para llevarla hasta su destino.
La barca pasГі a travГ©s de un tГєnel tan estrecho que Ceres podrГa haber tocado las paredes de ambos lados. MГЎs adelante habГa una luz brillante, despuГ©s de la penumbra de las cuevas. El tГєnel daba paso a un lugar que no era roca, ni piedra. En su lugar, en un sitio en el que deberГa haber habido otra cueva, Ceres se encontraba flotando por un trozo de paisaje idГlico.
Ceres reconociГі la obra de los Antiguos al instante. Solo ellos podrГan haber hecho algo asГ. Puede que los hechiceros hubieran encontrado el poder para una ilusiГіn, pero esto parecГa real; incluso olГa a hierba fresca y a gotas de rocГo. La barca chocГі ligeramente contra la orilla y Ceres vio un amplio prado enfrente, lleno de unas flores silvestres cuyo aroma era dulce y delicado. Algunas de ellas parecГan moverse con ella a su paso, y Ceres sintiГі el roce de las espinas contra su pierna, que sangrГі junto a un agudo pinchado de dolor.
Sin embargo, tras esto desaparecieron. Al parecer, fueran las defensas que fueran, no estaban pensadas para no dejarla pasar a ella.
A Ceres le llevГі un momento darse cuenta de que habГa dos cosas extraГ±as en el lugar por el que pasaba. Bueno, mГЎs extraГ±as de lo que lo era un trozo de paisaje en medio de un complejo de cuevas, para empezar.
Una cosa extraГ±a era el modo en el que las visiones del pasado parecГan haberse detenido. En las cuevas de arriba, parecГan aparecer y desaparecer a cada parpadeo, mostrando el ataque final de los Antiguos al hogar de los hechiceros. AquГ, el mundo no parecГa estar atrapado a medio camino entre dos puntos. AquГ, era tan tranquilo como inalterable, sin los constantes cambios que se experimentaban en el resto de aquel lugar.
La segunda cosa extraГ±a era la bГіveda de luz que se alzaba en el centro, de un dorado brillante en contraste con el verdor del resto. Era del tamaГ±o de una casa grande, o de la tienda de algГєn seГ±or nГіmada, pero aun asГ parecГa estar compuesta de energГa casi por entero. Al mirarla, al principio pensГі que la bГіveda podrГa ser un escudo o un muro, pero de algГєn modo Ceres sabГa que era mГЎs que eso. Era un lugar con vida, un hogar.
TambiГ©n pensГі que era el lugar donde podrГa encontrar lo que fuera que estaba buscando. Casi por primera vez desde que habГa pisado el hogar de los hechiceros, Ceres se atreviГі a sentir un destello de esperanza. Tal vez este era el lugar donde recuperarГa sus poderes.
Tal vez, despuГ©s de todo, podrГa ayudar a salvar Haylon.
CAPГЌTULO TRES
Mientras navegaba en direcciГіn a la Costa del Hueso de Felldust, Jeva sufriГі la sensaciГіn mГЎs extraГ±a de su vida: le preocupaba que iba a morir.
Era una sensaciГіn nueva para ella. No era algo que su pueblo estuviera acostumbrado a experimentar. Y, desde luego, no era algo que ella hubiera deseado jamГЎs. Probablemente equivalГa a algГєn tipo de herejГa el ir flotando, contemplando la posibilidad de reunirse con los muertos que estaban esperando y, en realidad, preocuparse por ello. Los de su especie acogГan la muerte, incluso la recibГan como una oportunidad para ser finalmente uno con el gran oleaje de sus antepasados. No les daba miedo el peligro.
Pero eso era exactamente lo que Jeva sentГa ahora, al ver la dГ©bil lГnea de la orilla de Felldust aparecГa en el horizonte. Le daba miedo pensar que podГa ser aniquilada por lo que tenГa que decir. Le daba miedo que la mandaran a reunirse con sus antepasados, antes de poder ayudar en Haylon. Se preguntaba quГ© habГa cambiado.
La respuesta a ello era muy fГЎcil: Thanos.
Se puso a pensar en Г©l mientras navegaba hacia tierra, observando a las aves marinas que se reunГan en bandadas flotantes a la espera de la siguiente ocasiГіn de conseguir comida. Antes de conocerlo a Г©l, ella era… bien, quizГЎs no era igual que todos los de su pueblo, ya que la mayorГa de ellos no sentГan la necesidad de deambular hasta Puerto Sotavento y mГЎs allГЎ. Aun asГ, habГa sentido lo mismo que ellas y, por supuesto, habГa sido igual que ellos. Desde luego, no sentГa miedo.
No era miedo por ella exactamente, aunque sabГa perfectamente bien que su propia vida estaba en juego. Estaba mГЎs preocupada por lo que les sucederГa a aquellos que quedaban en Haylon, y a Thanos, si ella no regresaba.
Eso era otra especie de herejГa. Los vivos no importaban excepto por lo Гєtiles que eran para satisfacer los deseos de los muertos. Si una isla entera de gente morГa a manos de un invasor, aquello era un glorioso honor para ellos, no algo que debiera tratarse como un desastre inminente. Lo Гєnico que importaba en la vida era satisfacer los deseos de los muertos y lograr un fin para sГ mismo que fuera adecuadamente glorioso. Los oradores de los muertos lo habГan dejado claro. Jeva incluso habГa oГdo los susurros de los muertos por sГ misma, cuando el humo se alzaba de las piras videntes.
ContinuГі navegando, ignorГЎndolo, sintiendo cГіmo las olas empujaban el timГіn mientras ella mantenГa su pequeГ±a barca directa a su hogar. Ahora eran otras voces las que oГa, discutiendo por la misericordia, por salvar Haylon, por ayudar a Thanos.
Lo habГa visto arriesgar su vida por ayudar a los demГЎs sin que Jeva viera una buena razГіn para ello. Cuando ella habГa estado atada como un mascarГіn a un barco de Felldust, esperando a ser azotada, Г©l habГa venido a rescatarla. Cuando habГan luchado uno al lado del otro, el escudo de Г©l habГa sido su escudo de un modo que nunca e habГa visto con su pueblo.
En Thanos habГa visto algo que admirar. QuizГЎs mГЎs que admirar. HabГa visto a alguien que estaba en el mundo para hacer allГ lo mejor que pudiera, no solo para encontrar el modo mГЎs perfecto de abandonarlo. Las nuevas voces que estaba oyendo le decГan que este era el modo en el que debГa vivir y que ir a ayudar a Haylon era parte de ello.
El problema es que Jeva sabГa que estas solo procedГan de su interior. No deberГa haberlas escuchado tan encarecidamente. Seguramente su pueblo no lo harГa.
—Lo que queda de ellos —dijo Jeva, mientras el viento se llevaba sus palabras.
La aldea de su tribu habГa desaparecido. Ahora iba a dirigirse hacia otro lugar de reuniГіn y les iba a pedir a otra parte de su pueblo sus vidas. Jeva alzГі la vista para ver cГіmo el viento hinchaba la pequeГ±a vela de su barca y la espuma jugaba por encima del mar; lo que fuera para evitar pensar en lo que deberГa llevar a cabo para hacer que aquello funcionara. Aun asГ, las palabras salieron, tan inevitables como el final de la vida.
TendrГa que asegurar que hablaba por los muertos.
Las palabras de los muertos habГan sido necesarias para llevarlos hasta Delos, aunque Jeva y Thanos no habГan afirmado que hablaban por ellos acerca de eso. Pero Jeva no podГa simplemente dejГЎrselo a los oradores. ExistГa una gran posibilidad de que dijeran que no, y entonces ВїquГ© sucederГa?
La muerte de su amigo. No podГa permitirlo. Aunque esto significara hacer lo impensable.
Jeva guiГі su barca para acercarla mГЎs a la orilla, abriГ©ndose paso entre rocas y los restos que habГan caГdo sobre ellas. Esta no era la playa que estaba mГЎs cerca de su viejo hogar, sino un lugar un poco mГЎs alejado junto a la costa, en otro de los grandes lugares de reuniГіn. Sin embargo, aun asГ habГan conseguido limpiar los escombros. Jeva sonriГі ante aquello, sintiendo algo de orgullo por ello.
Unas barcas que iban a su encuentro aparecieron en el agua. En su mayorГa, eran ligeras, canoas con refuerzo, pensadas para interceptar lo que evidentemente no era una de las embarcaciones del Pueblo del Hueso. Evidentemente, si Jeva no hubiera sido una de ellos, entonces hubiera tenido que luchar por su vida. En cambio, se reunieron a su alrededor, riГ©ndose y bromeando de un modo que nunca hacГan cuando habГa desconocidos.
—Hermosa barca, hermana. ¿A cuántos hombres mataste por ella?
—¿Matar? —dijo otro—. Seguramente fueron hasta los muertos por el miedo que les dio verla!
—IrГan hasta los muertos al ver lo horrible que eres —replicГі Jeva y los hombres rieron con ella. AsГ era cГіmo se hacГan las cosas aquГ.
Era importante cГіmo se hacГan las cosas. A los extraГ±os su pueblo les podГa parecer extraГ±o, pero tenГan sus propias normas, sus propios patrones de comportamiento. Ahora, Jeva iba a ir hasta ellos y, si afirmaba que hablaba por los muertos, entonces estarГa rompiendo una de las mГЎs bГЎsicas de aquellas normas. Puede que le cortaran su comuniГіn con los muertos por romperla, que la asesinaran sin que sus cenizas se mezclaran para consumirse con las piras.
LlevГі su barca hasta la orilla, saltГі de ella y tirГі de ella hasta la playa. AllГ habГa mГЎs de los suyos esperando. Una niГ±a fue corriendo hasta ella con una urna funeraria y le ofreciГі una pizca de las cenizas de la aldea. Jeva la tomГі y la probГі. SimbГіlicamente, ahora era una mГЎs de la aldea, una parte de su comuniГіn con sus antepasados.
—Bienvenida, sacerdotisa —dijo uno de los hombres que habГa en la playa. Era un hombre mayor con la piel fina como el papel, pero todavГa tenГa deferencia hacia Jeva por las marcas que demostraban que habГa sufrido los ritos—. ВїQuГ© trae a una oradora de los muertos hasta nuestras orillas?
Jeva se quedГі quieta, pensando en la respuesta. Entonces hubiera sido muy fГЎcil afirmar que ella hablaba por aquellos que se habГan ido. Ella habГa visto su parte de visiones; cuando era una niГ±a, habГa quien pensaba que serГa una gran oradora para los muertos. Uno de los oradores mГЎs ancianos habГa asГ lo habГa anunciado, diciendo que ella dirГa unas palabras que sacudirГan a todo su pueblo.
Si afirmaba que los muertes la habГan llamado para que viniera hasta aquГ y pedГan que su pueblo luchara por Haylon, puede que lo creyeran sin discusiГіn. Puede que obedecieran su autoridad prestada igual que obedecГan todo lo demГЎs.
Si lo hacГa, realmente podГa salvar Haylon. PodrГa existir la posibilidad de que su pueblo bastara para romper el ataque por parte de la flota de Felldust. Al menos, podrГa hacer que los defensores ganaran tiempo. Si mentГa.
Pero Jeva no podГa hacerlo. No era solo la mentira que habГa en el centro de todo esto, aunque le horrorizaba el hecho de estar sopesГЎndolo. Ni tan solo era el hecho de que iba en contra de todo lo que su pueblo sentГa acerca del mundo. No, era el hecho de que Thanos no hubiera querido que lo hiciera de este modo. Г‰l no hubiera querido que engaГ±ara a la gente para llevarlos hasta la muerte, o que los obligara a encararse al poder de Felldust sin conocer la verdad de por quГ© estaban yendo.
—¿Sacerdotisa? —preguntó el anciano—. ¿Está aquà para hablar por los muertos?
ВїQuГ© harГa Г©l en ese momento? Jeva ya tenГa la respuesta para eso, forjada a partir de la Гєltima vez que Г©l habГa estado en las tierras de su pueblo. Forjada a partir de todo lo que habГa hecho desde entonces.
—No —dijo—. No estoy aquà para hablar por los muertos. Soy Jeva y hoy deseo hablar por los vivos.
CAPГЌTULO CUATRO
Irrien caminaba por los campos de los muertos, echando un vistazo a la matanza que habГan causado sus ejГ©rcitos sin nada de la satisfacciГіn que normalmente esto le proporcionaba. A su alrededor, los hombres del Norte yacГan muertos o moribundos, destrozados por sus ejГ©rcitos, aniquilados por sus cazadores.
En cambio, se sentГa como si le hubieran robado su verdadera victoria.
Un hombre que llevaba la armadura brillante de sus enemigos gemГa en el barro, intentando aferrarse a la vida a pesar de las heridas que le habГan infligido. Irrien cogiГі una lanza de otro cadГЎver que habГa por allГ cerca y lo atravesГі con ella. Incluso matar a dГ©bil como aquel no contribuyГі a levantar su ГЎnimo.
Lo cierto era que habГa sido demasiado fГЎcil. HabГa habido muy pocos enemigos como para hacer que valiera la pena librar esta lucha. HabГan arrasado por el Norte, desbrozando a cuchilladas las aldeas y los castillos pequeГ±os, arrasando incluso la antigua fortaleza de Lord West. En cada lugar, habГa encontrado moradas vacГas y castillos mГЎs vacГos, estancias que la gente habГa abandonado a tiempo para escapar de la horda que se les estaba echando encima.
No solo era frustrante porque significaba que no podГa tener las victorias significativas que Г©l habГa planeado. Era frustrante porque significaba que sus enemigos todavГa estaban allГ. Irrien tambiГ©n sabГa dГіnde el cobarde que se habГa quedado rezagado en el castillo de Lord West se lo habГa dicho: estaban en Haylon, reforzando la isla a la que Г©l habГa mandado solo parte de sus fuerzas para conquistar.
Eso hacГa que se impacientara mГЎs a cada momento que pasaba allГ. Pero aquГ todavГa habГa cosas que hacer. MirГі a su alrededor y vio que sus hombres trabajaban junto a cuadrillas de esclavos reciГ©n atrapados para derribar uno de los castillos que parecГan brotar rГЎpidamente aquГ como las setas despuГ©s de la lluvia. Irrien no dejarГa cosas asГ sin ocupar, pues eso representarГa un lugar para reunirse sus enemigos.
AГєn mГЎs, sus hombres parecГan muy satisfechos con la victoria fГЎcil. Irrien veГa que a los que no se habГa encargado de organizar las cuadrillas holgazaneaban bajo el sol, apostando con monedas de los botines o atormentando a prisioneros que habГan tomado para su entretenimiento.
Por supuesto, los parГЎsitos habituales estaban allГ. Alguien habГa montado un campamento de esclavistas al borde del ejГ©rcito como si fuera su sombra, con sus carretas y sus jaulas llenГЎndose rГЎpidamente. HabГa un espacio vacГo en el centro donde los esclavistas regateaban con los mejores y los mГЎs guapos, aunque lo cierto era que tomaban lo que los soldados estaban preparados para venderles. Los hombres que habГa allГ eran buitres, no guerreros por legГtimo derecho.
DespuГ©s estaban los sacerdotes de la muerte. HabГan montado su altar en medio del campo de batalla, tal y como hacГan a menudo. Ahora, los soldados les traГan los enemigos heridos que encontraban y los arrastraban hasta la losa de piedra para que les cortaran el cuello o les arrancaran el corazГіn. Su sangre corrГa e Irrien imaginaba que a los dioses de los sacerdotes aquello posiblemente les satisfacГa. Desde luego, eso es lo que parecГa que pensaban los sacerdotes, exhortando a los fieles a entregarse por completo a la muerte, ya que era el Гєnico modo de ganarse su favor.
Un hombre realmente parecГa tomГЎrselos en serio. Era evidente que habГa sufrido heridas en la batalla, algunas tan graves que necesitГі la ayuda de sus compaГ±eros para llegar hasta la losa. Irrien observaba cГіmo trepaba hasta encima, dejando su pecho al descubierto para que los sacerdotes pudieran apuГ±alarlo con un cuchillo de obsidiana oscura.
Irrien escupiГі ante la debilidad de un hombre que no se sobreponГa a sus heridas. Al fin y al cabo, Irrien no estaba dejando que sus viejas heridas le frenaran, Вїverdad? Su hombro le dolГa con cada movimiento, pero no iba a ofrecerse como sacrificio para que otros se libraran de la muerte. SegГєn su experiencia, lo Гєnico que te libraba de la muerte era ser el mГЎs fuerte de dos guerreros. La fuerza significaba que conseguГas vivir. La fuerza significaba que podГas tomar lo que quisieras, ya fueran las tierras de un hombre, la vida o las mujeres.
En pocas palabras, Irrien se preguntaba quГ© pensarГan de Г©l los dioses de la muerte de los sacerdotes. Solo los veneraba por el efecto que tenГan para reunir a sus hombres. Ni tan solo estaba seguro de que existieran cosas asГ, salvo como un modo de tener poder para los sacerdotes que no podГan controlar a los hombres con su propia fuerza.
Imaginaba que estas cosas jugaban en su contra con cualquier dios que existiera, pero ВїIrrien no habГa mandado a la tumba mГЎs hombres, mujeres y niГ±os que nadie? ВїNo les habГa entregado sus sacrificios, promocionado su sacerdocio y convertido este mundo en algo que aprobarГan? Puede que Irrien no lo hubiera hecho por ellos, pero lo habГa hecho, no obstante.
Se levantГі y, por un instante, escuchГі hablar al sacerdote.
—¡Hermanos! ¡Hermanas! La de hoy es una gran victoria. Hoy hemos mandado a muchos por la puerta negra hacia el mundo del más allá. Hoy hemos saciado a los dioses, de tal modo que mañana no nos escogerán a nosotros. La victoria de hoy…
—No fue una victoria —dijo Irrien, y su voz se oyГі sin esfuerzo por encima de la del sacerdote—. Para que haya una victoria, debe existir una lucha que valga la pena librar. ВїTomar hogares vacГos es una victoria? ВїAsesinar a estГєpidos que se han quedado atrГЎs cuando los demГЎs han tenido la sensatez de escapar? —Irrien los miró—. Hoy hemos matado, y esto estГЎ bien, pero hay que hacer mucho mГЎs. Hoy, terminaremos las cosas aquГ. Derribaremos sus castillos y entregaremos sus familias a los esclavistas. Pero maГ±ana iremos a un lugar donde sГ que hay una victoria por ganar. Al lugar donde todos sus guerreros han ido antes que nosotros. ВЎIremos a Haylon!
OyГі que sus hombres aclamaban ante aquello, su deseo de batalla ardГa de nuevo por la batalla. Se dirigiГі al sacerdote.
—¿Usted qué dice? ¿Es la voluntad de los dioses?
El sacerdote no lo dudГі. CogiГі su cuchillo y abriГі al hombre muerto que habГa sobre el altar, sacГЎndole las entraГ±as para interpretarlas.
—Lo es, Lord Irrien. La suya seguirá a la de usted en esto. ¡Irrien! ¡Ir-ri-en!
—¡Ir-ri-en! —coreaban los soldados.
Entonces el hombre supo cuГЎl era su lugar. Irrien sonriГі y se dirigiГі a la multitud. No le sorprendiГі que una silueta vestida con una tГєnica apareciera a su lado y le siguiera el paso. Irrien sacГі el puГ±al, sin saber si lo necesitarГa.
—Has estado callado desde que hablamos por última vez, N’cho —dijo Irrien—. No me gusta que me hagan esperar.
El asesino inclinГі la cabeza.
—He estado investigando acerca de lo que me pidió, Primera Piedra, preguntando a mis amigos sacerdotes, leyendo pergaminos prohibidos, torturando a los que no hablaban.
Irrien estaba seguro de que el lГder de las Doce Muertes habГa disfrutado enormemente. De todos ellos, N’cho era el Гєnico que habГa sobrevivido tras atacarlo a Г©l. Irrien empezaba a preguntase si aquella habГa sido la elecciГіn correcta.
—Has oГdo lo que les he dicho a los hombres —dijo Irrien—. Vamos a ir a Haylon. Eso significa levantarse contra la hija de los Antiguos. ВїTienes una soluciГіn para mГ, o deberГa arrastrarte para que fueras el siguiente sacrificio?
Vio que el hombre negaba con la cabeza.
—Ay de mГ, los dioses no estГЎn tan ansiosos por conocerme, Primera Piedra.
Irrien estrechГі los ojos.
—¿Lo que significa?
N’cho dio un paso atrás.
—Creo que he encontrado lo que necesitaba.
Irrien hizo un gesto al hombre para que fuera con Г©l, guiГЎndolo hasta su tienda. Con una mirada suya, los guardias y los esclavos que habГa allГ se fueron corriendo, dejГЎndolos a los dos solos.
—¿Qué has encontrado? —preguntó Irrien.
—En la guerra contra los Antiguos se utilizaron unas… criaturas —dijo N’cho.
—Estas cosas hace tiempo que están muertas —puntualizó Irrien.
N’cho negó con la cabeza.
—TodavГa podrГan reunirse y creo que he encontrado un lugar donde convocar a una. Sin embargo, serГЎs necesarias muchas muertes.
A Irrien eso le hizo reГr. Este era un pequeГ±o precio a pagar por la vida de Ceres.
—La muerte —dijo— siempre es lo más fácil de planear.
CAPГЌTULO CINCO
EstefanГa observaba cГіmo dormГa el CapitГЎn Kang con una mirada de asco que se calaba en lo profundo de su alma. La gruesa silueta del capitГЎn se movГa cuando roncaba y EstefanГa se movГa hacia atrГЎs cuando Г©l se acercaba a ella estando dormido. Ya lo habГa hecho lo suficiente mientras estaba despierto.
EstefanГa nunca habГa tenido problemas para conseguir amantes que se rindieran a su voluntad. A fin de cuentas, es lo que pensaba hacer con la Segunda Piedra. Pero Kang estaba muy lejos de ser un hombre amable y parecГa deleitarse en encontrar nuevas maneras de humillar a EstefanГa de paso. La habГa tratado como la esclava que, por poco tiempo, fue con Irrien y EstefanГa se habГa jurado a sГ misma que jamГЎs volverГa a serlo.
Entonces escuchГі rumores entre la multitud: que, despuГ©s de todo, tal vez no llegarГa a salvo. Que tal vez el capitГЎn tomarГa todo lo que ella habГa dado y la venderГa igualmente a la esclavitud al final de esto. Que, como poco, compartirГa el botГn entregГЎndosela.
EstefanГa no lo permitirГa. PreferГa morir a eso, pero era mucho mГЎs fГЎcil matar en su lugar.
SaliГі de la cama sin hacer ruido y mirГі por una de las pequeГ±as ventanas del camarote del capitГЎn. Puerto Sotavento estaba a poca distancia, el polvo caГa sobre ella desde las colinas de allГЎ arriba incluso en la penumbra del amanecer. Era una ciudad horrible, decadente y con el espacio reducido, e incluso desde aquГ EstefanГa podГa ver que serГa un lugar de violencia. Kang habГa dicho que no se atrevГa a ir allГ por la noche.
EstefanГa habГa pensado que tan solo era una excusa para utilizarla una vez mГЎs, pero quizГЎs era algo mГЎs. A fin de cuentas, los mercados de esclavos no estarГan abiertos de noche.
TomГі una decisiГіn y se vistiГі rГЎpidamente, se envolviГі con su capa y buscГі en sus pliegues. SacГі una botella y algo de hilo, moviГ©ndose con la cautela que sabe exactamente lo que estГЎ agarrando. Si cometГa un error ahora, estaba muerta, ya fuera por el veneno o cuando despertara Kang.
EstefanГa se colocГі encima de la cama y colocГі el hilo en la boca de Kang lo mejor que pudo. Se moviГі y girГі dormido y EstefanГa fue con Г©l, con cuidado para no tocarlo. Si despertaba ahora, ella estaba cerca.
DejГі caer las gotas de veneno por el hilo, manteniendo la concentraciГіn mientras Kang murmuraba algo dormido. Una gota se escurriГі hacia sus labios y, a continuaciГіn, una segunda. EstefanГa se preparaba para el momento en que se quedarГa sin aliento y morirГa, reclamado por el veneno.
En cambio, abriГі de golpe los ojos y mirГі fijamente sin entender nada por un instante a EstefanГa y despuГ©s furioso.
—¡Puta! ¡Esclava! Morirás por esto.
En un instante, estaba sobre EstefanГa, apretГЎndola contra la cama. Le pegГі una vez y, a continuaciГіn, ella notГі la presiГіn demoledora de sus manos agarrГЎndole el cuello. EstefanГa respiraba con dificultad mientras sentГa que se cortaba su respiraciГіn y daba palos de ciego mientras intentaba sacГЎrselo de encima.
Por su parte, Kang hacia presiГіn hacia abajo con su gran volumen, inmovilizando a EstefanГa debajo de Г©l. Ella peleaba y Г©l solo reГa, mientras continuaba estrangulГЎndola. TodavГa estaba riendo cuando EstefanГa sacГі un cuchillo de dentro de su capa y lo apuГ±alГі.
Se quedГі sin aliento a la primera puГ±alada, pero EstefanГa no notaba que la presiГіn sobre su cuello fuera a menos. EmpezГі a aparecer oscuridad en los lГmites de su visiГіn, pero ella continuaba apuГ±alando, dando golpes de ciego de forma mecГЎnica por instinto, haciГ©ndolo a ciegas porque ahora no veГa nada mГЎs allГЎ de una vaga neblina.
EstefanГa notГі que le soltaba el cuello y sintiГі que el peso de Kang se desplomaba sobre ella.
Le llevГі un buen rato conseguir salir de debajo de Г©l, respirando con dificultad e intentando recuperar la consciencia. Lo Гєnico que consiguiГі fue caer de la cama, para levantarse despuГ©s, bajando la vista con asco hacia los restos del cuerpo de Kang.
DebГa ser prГЎctica. HabГa hecho lo que tenГa planeado, por muy difГcil que habГa resultado ser. Ahora debГa ir a por el resto.
RГЎpidamente, volviГі a colocar las sГЎbanas para que a primera vista pareciera que estaba durmiendo. BuscГі rГЎpidamente por el camarote hasta encontrar el cofre donde Kang guardaba el oro. EstefanГa se colГі inadvertidamente en cubierta, con la capucha puesta mientras se dirigГa hacia la pequeГ±a barca de desembarque que habГa en popa.
EstefanГa se metiГі dentro y empezГі a manejar las poleas para bajarla. Chirriaban como un portГіn oxidado y, desde algГєn lugar por encima de ella, oyГі los gritos de los marineros que querГan saber quГ© era aquel ruido. EstefanГa no dudГі. SacГі un cuchillo y se puso a serrar la cuerda que sujetaba la barca. Esta cediГі y se desplomГі lo que quedaba de la corta distancia hasta las olas.
AgarrГі los remos y empezГі a remar en direcciГіn hacia el puerto, mientras tras ella los marineros sabГan que no existГa modo de seguirla. EstefanГa remГі hasta topar con los muelles y trepГі, sin tan solo molestarse en amarrar la barca. No iba a regresar en aquella direcciГіn.
La capital de Felldust era todo lo que prometГa ser desde el agua. El polvo caГa sobre ella en olas, mientras a su alrededor las siluetas se movГan a travГ©s de Г©l con intenciГіn ominosa. Una se acercГі a ella y EstefanГa mostrГі rГЎpidamente un cuchillo hasta hacerlo retroceder.
Se adentrГі mГЎs en la ciudad. EstefanГa sabГa que Lucio habГa venido hasta aquГ y se preguntaba cГіmo se habrГa sentido al hacerlo. Probablemente indefenso, pues Lucio no sabГa relacionarse con la gente. Pensaba desde el punto de vista de atacar a la gente y exigir, de las amenazas y la intimidaciГіn. HabГa sido un estГєpido.
EstefanГa no era una estГєpida. MirГі a su alrededor hasta encontrar a la gente que tendrГa informaciГіn de verdad: los mendigos y las prostitutas. Fue hasta ellos con el oro robado e hizo la misma pregunta una y otra vez.
—Habladme de Ulren.
Lo preguntГі en callejones y en casas de juego donde las apuestas parecГan ser de sangre tanto como de dinero. Lo preguntГі en tiendas donde vendГan capas de paГ±oleta contra el polvo y en lugares donde los ladrones se reunГan por la noche.
EscogiГі una taberna y se instalГі allГ, haciendo correr la voz por la ciudad de que habГa oro para aquellos que hablaran con ella. Vinieron y le contaron fragmentos de historia y rumores, chismes y secretos en una mezcla que EstefanГa estaba mГЎs que acostumbrada a clasificar.
No se sorprendiГі cuando dos hombres y una mujer fueron hasta ella, todos con las capas que se usaban en la ciudad para no dejar pasar el polvo, todos llevando el emblema de la antigua Segunda Piedra. TenГan la mirada dura de la gente que estГЎ acostumbrada a la violencia, pero eso se podГa aplicar a casi cualquiera en Felldust.
—Has estado haciendo muchas preguntas —dijo la mujer, inclinГЎndose sobre la mesa. Estaba tan cerca que EstefanГa podrГa haberle clavado un cuchillo con facilidad. Tan cerca que podrГan haber sido confidentes compartiendo chismes en un baile cortesano.
EstefanГa sonriГі.
—Asà es.
—¿Pensabas que esas preguntas no llamarГan la atenciГіn? ВїQuГ© la Primera Piedra no tiene fisgones en la sombra?
Entonces EstefanГa se echГі a reГr. ВїHabГan pensado ellos que no habГa tenido en cuenta la posibilidad de que hubiera espГas? HabГa hecho mГЎs que eso; habГa confiado en ello. HabГa hurgado en la ciudad en busca de respuestas, pero lo cierto era que habГa estado buscando atenciГіn tanto como cualquier otra cosa. Cualquier estГєpido podГa acercarse a una puerta y que se le negara la entrada. Una mujer lista lo hacГa de tal manera que los que estaban dentro la hacГan pasar.
Al fin y al cabo, pensaba EstefanГa con mГЎs diversiГіn, una mujer nunca deberГa ser la que hace toda la caza en un romance.
—¿Qué es tan divertido? —preguntó la mujer—. ¿Estás loca o solo eres estúpida? ¿Quién eres, por cierto?
EstefanГa se quitГі la capucha para que la mujer viera sus rasgos.
—Soy EstefanГa —dijo—. La antigua prometida del heredero del Imperio, la antigua gobernante del Imperio. He sobrevivido a la caГda de Delos y a los mejores esfuerzos de Irrien por matarme. Piensas que tu seГ±or querrГЎ hablar conmigo, Вїno es cierto?
Se quedГі quieta mientras los otros se miraban entre ellos, evidentemente intentando decidir quГ© hacer ante esto. Finalmente, la mujer tomГі una decisiГіn.
—Nos la llevamos.
Se colocaron a ambos lados de EstefanГa, pero ella hizo un gesto como si caminara con ellos, para que pareciera una escolta noble que y no que la llevaban prisionera. Incluso alargГі el brazo y lo posГі ligeramente sobre el brazo de la mujer, del modo en que podrГa haberlo hecho paseando por un jardГn en compaГ±Гa.
Caminaron por la ciudad y, como este era uno de los escasos huecos dentro del polvo procedente de los acantilados, EstefanГa no se molestГі en ponerse la capucha de la capa. DejГі que la gente la viera, a sabiendas de que empezarГan los rumores sobre quiГ©n era y hacia dГіnde iba.
Evidentemente, a pesar de la apariencia que ella le daba, este distaba mucho de ser un paseo placentero. A su lado continuaba habiendo asesinos, que no dudarГan en matarla si EstefanГa les daba algГєn motivo. Mientras se dirigГa hacia un gran complejo en el centro de la ciudad, EstefanГa notaba cГіmo se le hacГa un nudo en el estГіmago por el miedo, reprimido solo por la determinaciГіn de hacer todas las cosas para las que habГa venido a Felldust. Se vengarГa de Irrien. El hechicero le devolverГa a su hijo.
La llevaron a travГ©s del complejo, pasando por delante de esclavos que trabajaban y guerreros que entrenaban, por delante de estatuas que representaban a Ulren de joven, alzadas por encima de los cuerpos de los enemigos asesinados. EstefanГa no tenГa ninguna duda de que era un hombre peligroso. Para ser el segundo solo por detrГЎs de Irrien significaba que habГa peleado por llegar a lo mГЎs alto de uno de los lugares mГЎs peligrosos que existГan.
Perder aquГ era morir, o peor que morir, pero EstefanГa no tenГa pensado morir. Ella habГa aprendido las lecciones de la invasiГіn e incluso de su fracaso para controlar a Irrien. Esta vez tenГa algo que ofrecer. Ulren deseaba las mismas cosas que ella: el poder y la muerte de la antigua Primera Piedra.
EstefanГa habГa oГdo hablar de gente que basaba los matrimonios en cosas peores.
CAPГЌTULO SEIS
Ceres bajГі de la pequeГ±a barca a la orilla, bajo el asombro del hecho que un lugar asГ pudiera existir en algГєn lugar bajo tierra. SabГa que los poderes de los Antiguos tenГan algo que ver, pero no entendГa por quГ© lo harГan. ВїPor quГ© construir un jardГn en medio de una pesadilla?
Evidentemente, por lo poco que habГa visto de los Antiguos, el hecho de que fuera una pesadilla podrГa ser razГіn suficiente para el jardГn.
TambiГ©n estaba la cГєpula, que parecГa estar compuesta de una pura luz dorada. Ceres se acercГі mГЎs a ella. Si aquГ se encontraba una respuesta, estaba segura de que se encontrarГa en algГєn lugar dentro de aquella cГєpula.
HabГa una leve neblina hasta la luz y a Ceres le pareciГі ver un par de siluetas. Solo esperaba que no fueran mГЎs hechiceros medio muertos. Ceres no estaba segura de tener la fuerza para luchar contra ninguno mГЎs de ellos.
Ceres atravesГі la luz haciendo fuerza y no podГa evitar prepararse para algГєn tipo de sacudida pensada para tirarla al suelo. En cambio, solo hubo un momento de presiГіn y, a continuaciГіn, ya la habГa atravesado, habГa entrado en la cГєpula y miraba a su alrededor.
ParecГa el interior de una estancia opulenta, con alfombras y divanes, estatuas y adornos que parecГan colgar del interior de la cГєpula. TambiГ©n habГa otras cosas: objetos de cristal y libros que mostraban el arte de un hechicero.
En el centro habГa dos siluetas. El hombre tenГa la misma apariencia de elegancia y paz que habГa visto en su madre y vestГa la pГЎlida tГєnica que habГa visto en los recuerdos de los Antiguos. La mujer vestГa la tГєnica mГЎs oscura de los hechiceros, pero a diferencia de aquellos que estaban mГЎs arriba, todavГa parecГa joven, no desecados por el tiempo.
Al mirarlos, Ceres se dio cuenta de que tambiГ©n tenГan la apariencia translГєcida que habГa visto en otras partes del lugar, en los recuerdos que allГ habГa.
—No son reales —dijo.
El hombre riГі al escuchar eso.
—¿Has oГdo, Lin? No somos reales.
La mujer alargГі el brazo para tocar el de Г©l.
—Es comprensible que cometan este error. Después de todo este tiempo, imagino que parecemos meras sombras de lo que fuimos.
Aquello cogiГі a Ceres un poco por sorpresa. Sin pensarlo, alargГі el brazo hacia el hombre. Vio cГіmo le atravesГі el pecho con la mano. Se dio cuenta de lo que acababa de hacer.
—Lo siento —dijo.
—No lo hagas —dijo el hombre—. Imagino que es un poco desconcertante.
—¿Qué sois? —preguntó ella—. Vi a los hechiceros de allá arriba y no sois como ellos, y tampoco sois como los recuerdos, porque aquellos son solo imágenes.
—Somos… algo más —dijo la mujer—. Yo soy Lin y este es Alteo.
—Yo me llamo Ceres.
Ceres se fijГі en lo cerca que estaban el uno del otro, en el modo en que Lin posaba la mano sobre el hombro de Alteo. ParecГan una pareja muy enamorada. ВїAcabarГan ella y Thanos asГ alguna vez? Aunque presuntamente no tan transparentes.
—La batalla se propagó —dijo Alteo—, y no pudimos detenerla. Lo que los hechiceros planearon era malvado.
Algunos de los tuyos no eran mejores —dijo Lin con una leve sonrisa, como si ya hubieran tenido muchas veces esta conversación—. Sucedió muy rápido. Los Antiguos encarcelaron a los hechiceros como estaban, su magia mezcló el pasado y el futuro y Alteo y yo…
—Os convertisteis en algo mГЎs —terminГі Ceres. Recuerdos conscientes. Fantasmas del pasado que, por lo menos, se podГan tocar el uno al otro.
—Tengo la sensación de que no peleaste contra todo lo que hay allá arriba solo para encontrarnos a nosotros —dijo Alteo.
Ceres tragГі saliva. No esperaba esto. Esperaba un objeto, quizГЎs algo como el punto de conexiГіn que contuviera todos los hechizos de allГЎ arriba. Aun asГ, el Antiguo que tenГa delante estaba en lo cierto: habГa ido allГ por un motivo.
—Tengo la sangre de los Antiguos —dijo.
Vio que Alteo asentГa con la cabeza.
—Ya lo veo.
-Pero algo la restringe —dijo Lin—. La limita.
—Alguien me envenenó —dijo Ceres—. Me quitó mis poderes. Mi madre pudo recuperarlos por poco tiempo, pero no duró.
—El veneno de Daskalos —dijo Lin, con algo de aversión.
—Algo malvado —dijo Alteo.
—Pero algo que puede enmendarse —añadió Lin. Miró a Ceres—. Si es digna de ello. Lo siento, pero es mucho poder para alguien. Hemos visto lo que puede hacer.
—Y dado lo que somos, costarГa mucho enmendarlo —dijo Alteo.
Lin alargГі la mano para tocarle el brazo.
—Tal vez sea el momento de ver cosas nuevas. Llevamos aquà cintos de años. Incluso con las cosas que nosotros podemos crear, tal vez sea el momento de ver qué hay a continuación.
Ceres se detuvo al oГr eso, al entender sus consecuencias.
—Esperad, Вїsanarme a mГ os matarГa? —NegГі con la cabeza, pero despuГ©s la interrumpieron los pensamientos acerca de Thanos y todos los demГЎs que estaban en Haylon. Si no lo hacГa, ellos tambiГ©n morirГan—. No sГ© quГ© decir —confesó—. No quiero que nadie muera por mГ, pero mucha gente morirГЎ si no lo hago.
Vio que los dos espГritus se miraban el uno al otro.
—Es una buena manera de empezar —dijo Alteo—. Significa que existe un motivo para ello. Cuéntanos el resto. Cuéntanos todo lo que le llevó a esto.
Ceres lo hizo lo mejor que pudo. Se lo explicГі todo acerca de la rebeliГіn y de la guerra. Acerca de la invasiГіn que le siguiГі y de su incapacidad de detenerla. Acerca del ataque sobre Haylon que, todavГa ahora, estaba poniendo en peligro a todos los que amaba.
—Comprendo —dijo Lin, alargando la mano para tocar a Ceres. Ante su sorpresa, Ceres notó una sensación de presión—. De hecho, me recuerda un poco a nuestra guerra.
—El pasado prosigue con sus propios ecos —dijo Alteo—. Pero algunos ecos no pueden repetirse. Debemos saber si lo entiende.
Ceres vio que Lin asentГa con la cabeza.
—Es cierto —dijo el espГritu—. Tengo una pregunta para ti, Ceres. Veamos si lo comprendes. ВїPor quГ© esto estГЎ aquГ todavГa? ВїPor quГ© los hechiceros estГЎn atrapados de este modo? ВїPor quГ© no los destruyeron los Antiguos?
La pregunta parecГa ser un examen y Ceres tenГa la sensaciГіn de que si no daba una buena respuesta para ella, no recibirГa la ayuda de estos dos. Dado lo que habГan dicho que les costarГa, Ceres estaba sorprendida de que ni tan solo lo consideraran.
—Pero ВїpodrГan haberlos destruido los Antiguos? —preguntГі Ceres.
Alteo esperГі un momento y despuГ©s asintiГі.
—No fue eso. Piensa en el mundo.
Ceres pensГі. PensГі en los efectos de la guerra. En los malditos desperdicios de Felldust y en las ruinas de la isla que habГa allГЎ arriba. En los pocos Antiguos que quedaban en el mundo. En las invasiones y en la gente que habГa muerto luchando contra el Imperio.
—Creo que no los destruisteis por lo que representarГa hacerlo —dijo Ceres—. ВїDe quГ© sirve ganar si no queda nada despuГ©s de hacerlo? —. Aunque imaginaba que habГa algo mГЎs—. Yo formГ© parte de una rebeliГіn. Luchamos contra algo que era grande y malvado y que empeoraba la vida de la gente, pero ahora ВїcuГЎnta gente ha muerto? Nada se resuelve asesinando a todo el mundo.
Entonces vio que Lin y Alteo se miraban el uno al otro. Asintieron con la cabeza.
—Al principio, permitimos la rebeliГіn de los hechiceros —dijo Alteo—. PensГЎbamos que no servirГa para nada. DespuГ©s creciГі y luchamos, pero mientras nos enfrentГЎbamos a ella, hicimos tanto daГ±o como ellos. TenГamos el poder para destrozar paisajes enteros y los usamos. De quГ© manera lo usamos.
—Has visto las cosas que se le han hecho a esta isla —dijo Lin—. Cuando te sane, si es que te sano, tú tendrás este tipo de poder. ¿Qué harás con él, Ceres?
Hubo un tiempo en el que la respuesta hubiera sido sencilla. Hubiera hundido el Imperio. Hubiera destruido a los nobles. Ahora solo deseaba que las personas pudieran vivir la vida a salvo y felices; no era pedir mucho.
—Solo deseo salvar a la gente que amo —dijo—. No quiero destruir a nadie. Tan solo… creo que deberГa hacerlo. Odio aquello, solo deseo la paz.
Incluso a Ceres eso le sorprendГa un poco. Ella no querГa mГЎs violencia. Simplemente, debГa hacerlo para evitar que asesinaran a personas inocentes. Aquello le valiГі que asintieran otra vez.
—Buena respuesta –dijo Lin—. Ven aquГ.
La antigua hechicera se movГa entre los botellines de cristal y las herramientas de alquimia que parecГan existir de forma ilusoria. Se movГa por allГ, moviendo y cambiando cosas. Alteo iba con ella y los dos parecГan trabajar con esa armonГa que solo puede alcanzarse tras muchos aГ±os. VertГan soluciones en recipientes nuevos, aГ±adГan ingredientes, consultaban libros.
Ceres se quedГі quieta observГЎndolos y tuvo que reconocer que no entendГa ni la mitad de lo que estaban haciendo. Cuando se pusieron delante de ella con un botellГn de cristal, casi no parecГa suficiente.
—Bebe esto —dijo Lin. Se lo pasГі a Ceres y, a pesar de que parecГa algo frГЎgil, cuando Ceres lo cogiГі vio que era cristal sГіlido. Lo alzГі y vio el destello del lГquido dorado que coincidГa con la tonalidad de la cГєpula que la rodeaba.
Ceres lo bebiГі y tenГa el mismo sabor que la luz de las estrellas.
PareciГі invadirla y notaba su avance con la relajaciГіn de sus mГєsculos y el alivio de dolores que no sabГa ni que existГan. TambiГ©n notaba que algo crecГa en su interior, extendiГ©ndose como un sistema de raГces que recorrГa su cuerpo mientras los canales por los que su poder habГa corrido se regeneraban.
Cuando terminГі, Ceres se sentГa mejor de lo que lo habГa hecho desde antes de la invasiГіn. ParecГa que una profunda sensaciГіn de paz se propagaba en su interior.
—¿Ya está? —preguntó Ceres.
Alteo y Lin se cogieron de las manos.
—No del todo —dijo Alteo.
La cГєpula que rodeaba a Ceres pareciГі derrumbarse hacia dentro, lo que habГa dentro desapareciГі para convertirse en luz pura. Esa luz se concentrГі en el lugar donde estaban la Antigua y los Hechiceros, hasta que Ceres ya no pudo divisarlos allГ dentro.
—Será interesante ver lo que pasa a continuación —dijo Lin—. Adiós, Ceres.
La luz estallГі hacia ella, llenando a Ceres, inundando los canales de su cuerpo como el agua en acueductos reciГ©n construidos. La llenaba y continuaba llenГЎndola a raudales, de modo que parecГa que dentro de Ceres habГa mГЎs poder del que jamГЎs habГa habido antes. Por primera vez, comprendiГі la verdadera fortaleza de los poderes de los Antiguos.
Se quedГі allГ quieta, vibrando con el poder, y supo que habГa llegado el momento.
Era el momento para la guerra.
CAPГЌTULO SIETE
Jeva sentГa que la tensiГіn crecГa a cada paso que daba hacia la sala de reuniones. La gente que habГa en el punto de encuentro la miraban fijamente del modo que hubiera esperado que la gente de fuera de sus tierras miraran a los de su especie: como si fuera una cosa rara, diferente, incluso peligrosa. No era una sensaciГіn que a Jeva le gustara.
ВїEra solo porque aquГ no veГan a muchas con las marcas de las sacerdotisas o habГa algo mГЎs? Hasta que no aparecieron los primeros insultos y acusaciones de la multitud allГ reunida, Jeva no empezГі a comprenderlo.
—¡Traidora!
—¡Llevaste a tu tribu a la masacre!
Un joven saliГі de la multitud con la fanfarronerГa que solo los jГіvenes pueden permitirse. Caminaba con largos pasos, como si fuera el dueГ±o del camino que llevaba a la casa de los muertos. Cuando Jeva hizo un movimiento para acercarse a Г©l, este fue a bloquearla.
Jeva deberГa haberle golpeado solo por eso, pero estaba allГ para cosas mГЎs importantes.
—Aparta —dijo—. No estoy aquà para la violencia.
—¿Has olvidado por completo la manera de actuar de nuestro pueblo? —preguntó este—. Arrastraste a nuestra tribu a morir a Delos. ¿Cuántos regresaron?
Jeva notaba su rabia. El tipo de rabia que incluso su gente sentГa cuando perdГan a alguien cercano a ellos. Contarle que habГa ido hasta los antepasados y que deberГa estar contento no servirГa de nada. En cualquier caso, Jeva no estaba segura de creГ©rselo ahora mismo. HabГa visto las muertes sin sentido de la guerra.
—Pero tú regresaste —dijo el joven—. Destruiste una de nuestras tribus y tú regresaste, ¡cobarde!
Otro dГa, Jeva lo hubiera matado por eso, pero lo cierto era que el lloriqueo de un idiota no tenГa importancia, no comparado con todo lo que estaba sucediendo. Hizo un movimiento para acercarse de nuevo a Г©l.
Jeva se detuvo cuando este sacГі un cuchillo.
—Tú no quieres hacer esto, chico —dijo ella.
—¿No me digas lo que yo quiero! —gritó él y se lanzó sobre ella.
Jeva reaccionГі por instinto, esquivando del golpe con un balanceo, mientras atacaba con sus cadenas de cuchillas. Le agarrГі el cuello con una, que giraba mientras ella se movГa con la velocidad que le proporcionaba una larga prГЎctica. La sangre la salpicГі mientras el joven se agarraba la herida y caГa sobre sus rodillas.
—Maldito seas—dijo Jeva en voz baja—. ¿Por qué me has hecho hacer esto, idiota?
Evidentemente, no hubo respuesta. Nunca habГa respuesta. Jeva susurrГі las palabras de una oraciГіn para los muertos y, a continuaciГіn, parГі y lo levantГі. Otros aldeanos la siguieron mientras continuaba su camino y Jeva ahora sentГa la tensiГіn donde antes habГa habido bromas. La seguГan de cerca, como una guardia de honor o como la escolta de un prisionero hacia su ejecuciГіn.
Cuando llegaron a la Casa de los Muertos, los ancianos del lugar ya la estaban esperando. Jeva caminaba descalza y se arrodillГі ante la pira que ardГa sin cesar y dejГі caer encima el cuerpo de su atacante. Se quedГі quieta hasta que empezГі a arder y mirГі alrededor, a la gente a la que habГa venido a convencer.
—Viniste aquГ con las manos manchadas de sangre —dijo un Orador de la Muerte, mientras daba un paso al frente y su tГєnica giraba—. Los muertos nos dijeron que vendrГa alguien, pero no que sucederГa de esta manera.
Jeva lo mirГі, preguntГЎndose si serГa cierto. Hubo un tiempo en el que nos e lo hubiera preguntado.
—Él me atacó —dijo Jeva—No era tan rápido como él pensaba.
Los que estaban allГ asintieron. Estas cosas podГan suceder en los lugares mГЎs hostiles del mundo. Jeva no dejГі que la culpa que sentГa se reflejara en absoluto en su rostro.
—Has venido para pedirnos algo —dijo el Orador.
Jeva asintiГі.
—Asà es.
—Entonces pide.
Jeva se quedГі quieta, ordenando sus pensamientos.
—Pido ayuda para la isla de Haylon. Una gran flota la ataca, a las órdenes de la Primera Piedra. Creo que nuestro pueblo puede cambiarlo.
Entonces las voces clamaron, hablando a la vez. HabГa preguntas y exigencias, acusaciones y opiniones, todas parecГan confundirse.
—Quiere que vayamos a morir por ella.
—¡Ya hemos oГdo esto antes!
—¿Por qué vamos a luchar por gente a la que no conocemos?
Jeva se quedГі quieta, dejando que todo aquello le calara. Si salГa mal, lo mГЎs probable era que no saliera de esta habitaciГіn. Teniendo en cuanta quiГ©n era, deberГa tener una sensaciГіn de paz ante ello, pero tambiГ©n pensaba en Thanos, que la habГa salvado poniГ©ndose Г©l en peligro, y en todas las personas que estaban atrapadas en Haylon. Necesitaban que le saliera bien.
—¡DeberГamos entregarla a los muertos por todo lo que ha hecho! —exclamГі uno.
El Orador de los Muertos se puso al lado de Jeva y alzГі las manos para pedir silencio.
—Sabemos lo que pide nuestra hermana —dijo el Orador—. Ahora no es el momento de hablar. Nosotros solo somos los vivos. Ahora es el momento de escuchar a los muertos.
Se llevГі la mano al cinturГіn y sacГі una faltriquera con los polvos sagrados mezclados con las cenizas de los antepasados. La lanzГі a la pira y las llamas crecieron.
—Respira, hermana —dijo el Orador—. Respira y ve.
Jeva inhalГі el humo y llegГі hasta sus pulmones. Las llamas bailaban en el hoyo que habГa debajo de ella y, por primera vez en aГ±os, Jeva vio a los muertos.
EmpezГі con el hombre al que habГa matado. Se alzГі de su cadГЎver en llamas y atravesГі las llamas hacia ella.
—Me mataste —dijo, segГєn parecГa, impactado—. ВЎMe mataste!
La golpeГі y, a pesar de que los muertos no deberГan poder tocar a los vivos, Jeva lo notГі con la misma certeza que si le hubiera azotado mientras estaba vivo. La golpeГі y despuГ©s retrocediГі, mirГЎndola expectante.
Entonces el resto de los muertos fueron hasta Jeva y no fueron mГЎs amables que el joven al que habГa asesinado. Todos estaban allГ: las personas que habГa matado con sus propias manos, los que habГa llevado hasta la muerte en Haylon. Se acercaban hasta ella de uno en uno y, uno a uno, golpeaban a Jeva, con unos golpes que la hacГan tambalearse, la tiraban al suelo, reduciГ©ndola a algo que se sujetaba al suelo.
PareciГі una eternidad hasta que se alejaron de ella y Jeva pudo alzar la vista de nuevo. Estaba mirando a Haylon, la isla estaba rodeada de barcos, la batalla se propagaba rГЎpidamente.
Vio que los barcos del Pueblo del Hueso se estrellaban contra esos atacantes, les hacГan un agujero y sus guerreros se esparcГan por la orilla. Los vio luchar, matar y morir. Jeva los vio morir en unas cantidades que solo habГa visto antes una vez, en Delos.
—Si los llevas a Haylon, morirГЎn —dijo una voz, que parecГa estar compuesta por las voces de miles de antepasados a la vez—. MorirГЎn igual que morimos nosotros.
—Pero ¿ganarán? —preguntó Jeva.
Hubo una breve pausa antes de que la voz respondiera a aquello.
—Es posible que la isla pudiera salvarse.
AsГ que no serГa un gesto vacГo. No serГa lo mismo que en Delos.
—Será el fin de nuestro pueblo _dijo la voz—. Algunos sobrevivirán, pero n o nuestras tribus. Ni nuestra manera de ser. Muchos más se nos unirán, esperándote en la muerte.
Aquello le provocГі a Jeva un fogonazo de miedo. HabГa sentido la rabia de los que habГan muerto, habГa notado sus golpes. ВїValГa la pena? ВїPodГa hacer esto a todo su pueblo?
—Y tГє morirГas —continuГі la voz—. AnГєncialo a nuestro pueblo y morirГЎs por ello.
Lentamente, empezГі a volver en sГ misma y se encontrГі sobre el suelo al lado de la pira. Jeva se llevГі la mano a la cara y se le manchГі de sangre, aunque no sabГa si era por el esfuerzo de la visiГіn o por la violencia de los muertos. Se levantГі con esfuerzo y mirГі hacia la multitud allГ reunida.
—Cuéntanos lo que viste, hermana —dijo el Orador de los Muertos.
Jeva se quedГі quieta, mirГЎndolo, evaluando cuГЎnto habГa visto, si es que habГa visto algo. ВїPodГa mentir en este momento? ВїPodГa decir a la multitud allГ reunida que todos los muertos estaban a favor del plan?
Jeva sabГa que no podГa mentir de esa forma, incluso ni por Thanos.
—Vi la muerte —dijo—. Vuestra muerte, mi muerte. La muerte de todo nuestro pueblo si lo hacemos.
Un murmullo corriГі por la sala. Su pueblo no temГa a la muerte, pero la destrucciГіn de todo su modo de vivir era una cosa totalmente diferente.
—Me habéis pedido que hable por los muertos —dijo Jeva— y ellos han dicho que en Haylon, la victoria se ganará con las vidas de nuestra gente. —Tomó aire y pensó en lo que Thanos hubiera hecho—. Yo no quiero hablar por los muertos. Quiero hablar por los vivos.
Los murmullos cambiaron de tono, haciГ©ndose mГЎs confusos. En algunos lugares tambiГ©n se volvieron mГЎs enojados.
—SГ© lo que pensГЎis —dijo Jeva—. PensГЎis que lo que digo es sacrilegio. Pero existe una isla entera de gente que necesita nuestra ayuda. Vi a los muertos y me maldijeron por sus muertes. ВїSabГ©is quГ© me dice eso? ВЎQue la vida sГ que importa! Que importa la vida de todos aquellos que morirГЎn si no ayudamos. Si no ayudamos, permitimos que el mal siga en pie. Permitimos que aquellos que vivirГan en paz sean asesinados. Yo lucharГ© contra eso, no porque los muertos lo exijan, ВЎsino porque lo hacen los vivos!
Entonces hubo un griterГo en la sala. El Orador de los Muertos los mirГі a todos y, a continuaciГіn, a Jeva. La empujГі hacia la puerta.
—DeberГas irte —dijo—. Vete antes de que te maten por blasfemia.
Pero Jeva no lo hizo. Los muertos ya le habГan dicho que morirГa por hacerlo. Si ese era el precio por obtener ayuda, lo pagarГa. Se quedГі allГ quieta como un punto de silencio en medio de las discusiones de la sala. Cuando un hombre fue corriendo hacia ella, lo tirГі hacia atrГЎs de una patada y continuГі de pie. Era lo Гєnico que podГa hacer ahora mismo. Esperaba el momento en el que uno de ellos finalmente la matarГa.
Jeva se quedГі muy confundida cuando no lo hicieron. En su lugar, el ruido de la sala disminuyГі y la gente estaba frente a ella, mirГЎndola. Uno a uno, se pusieron de rodillas y el Orador de los Muertos dio un paso adelante.
—Parece ser que iremos contigo a Haylon, hermana.
Jeva parpadeГі.
—No lo… comprendo.
Entonces deberГa estar muerta. Los muertos le habГan dicho que este era el sacrificio que querГan.
—¿Has olvidado por completo nuestro modo de hacer? —dijo el sacerdote—. Nos has ofrecido una muerte que vale la pena tener. ¿Quiénes somos nosotros para discutir?
Entonces Jeva se arrodillГі junto a los demГЎs. No sabГa quГ© decir. Esperaba la muerte y, en cambio, tenГa la vida. Ahora, tenГa que hacer que valiera la pena.
—Allá vamos, Thanos —prometió.
CAPГЌTULO OCHO
Irrien ignoraba el dolor de sus heridas mientras cabalgaba hacia el sur por los senderos que su ejГ©rcito ya habГa convertido en barro a su paso. Se forzaba a mantenerse erguido en la silla, sin dejar que se viera en absoluto el sufrimiento que sentГa. No iba mГЎs lento ni se paraba, a pesar de los muchos cortes, los vendajes y las punzadas. Las cosas que le esperaban al final de este viaje eran demasiado importantes como para retrasarse.
Sus hombres viajaban con Г©l, haciendo el viaje de retorno a Delos incluso mГЎs rГЎpido de lo que lo habГan hecho en su ataque al Norte. Algunos de ellos avanzaban mГЎs lentamente, guiando filas de esclavos o carros con bienes saqueados, pero la mayorГa cabalgaban con su seГ±or, preparados para las batallas que todavГa estaban por llegar.
—Más te vale estar en lo cierto en esto —dijo Irrien bruscamente a N’cho.
El sicario cabalgaba a su lado con la aparente calma infinita que siempre transmitГa, como si el ataque de una horda de los mejores guerreros de Irrien detrГЎs de Г©l no fuera nada.
—Cuando lleguemos a Delos lo verá, Primera Piedra.
No tardaron mucho en llegar a Delos, aunque para cuando lo hicieron, el caballo de Irrien ya respiraba con dificultad y tenГa los costados cubiertos de sudor. SiguiГі a N’cho cuando este se apartГі del camino y fue hacia un lugar lleno de ruinas y lГЎpidas. Cuando finalmente se detuvieron, Irrien mirГі a su alrededor, poco impresionado.
—¿Es esto? preguntó.
—Esto es —le confirmГі N’cho—. Un lugar donde el mundo es lo suficientemente dГ©bil como para convocar a… otras cosas. Cosas que podГan matar a un Antiguo.
Irrien bajГі del caballo. DeberГa haberlo hecho con elegancia y facilidad, pero a causa del dolor de sus heridas, le costГі lo suyo llegar al suelo. Eso le recordaba lo que le habГan hecho el sicario y sus compaГ±eros y de lo que le costarГa a N’cho si no cumplГa con su promesa.
—Esto solo parece un cementerio —dijo Irrien con brusquedad.
—Ha sido un lugar de muerte desde los tiempos de los Antiguos —respondiГі N’cho—. AquГ ha habido tanta muerte que ha dado paso al umbral del principio. Tan solo se necesitan las palabras adecuadas y los sГmbolos adecuados. Y, por supuesto, los sacrificios adecuados.
Irrien deberГa haber imaginado esta parte viniendo de un hombre que vestГa como uno de los sacerdotes de la muerte. Aun asГ, si era el que podГa proporcionarle los medios para matar a la hija de los Antiguos, valdrГa la pena.
—Traerán esclavos —prometió—. Pero si fracasas con esto, irás con ellos a la muerte.
Lo que mГЎs miedo daba de todo era que el sicario no reaccionГі ante eso. Mantuvo la compostura mientras caminaba hasta un lugar que parecГa haber sido una fosa comГєn, a la vez que sacaba polvos y pociones de la tГєnica y empezaba a hacer seГ±ales en el suelo.
Irrien esperaba y observaba sentado a la sombra de una de las tumbas, intentando esconder lo mucho que le dolГa el cuerpo tras el largo viaje. Entonces le hubiera gustado ir hasta Delos, darse un baГ±o y vendarse las heridas, tal vez descansar un poco. Pero sus hombres harГan preguntas acerca de por quГ© no estaba aquГ, observando todo lo que sucedГa. No darГa ninguna imagen de fortaleza.
Asà que mando a unos hombres en busca de sacrificios y una lista de otras cosas que N’cho dijo que necesitaba. Pasó más de una hora hasta que llegó algo de la ciudad e, incluso entonces, era una recolección más extraña que cualquier cosa que hubiera pedido. Una docena de sacerdotes de la muerte llegaron junto a los esclavos y los ungüentos, las velas y los braseros.
Irrien vio que N’cho sonreГa ante su presencia, con una seguridad que a Irrien le decГa que no era un truco.
—Quieren ver cómo se hace —dijo—. Quieren ver si ciertamente es posible. Creen, pero no se lo creen.
—Yo me lo creeré cuando vea los resultados-dijo Irrien.
—En ese caso, los tendrá, mi señor —respondió el asesino.
VolviГі al lugar que habГa marcado Г©l mismo con los sГmbolos, colocГі unas velas y las encendiГі. Hizo una seГ±al para que le acercaran a los esclavos y, uno a uno, los atГі para que no pudieran moverse y los sujetГі a unas estacas alrededor del borde del cГrculo que habГa dibujado, ungiГ©ndolos con aceites que hacГan que se retorcieran y suplicaran.
No eran nada comparado con sus gritos cuando el asesino les prendiГі fuego. Irrien oyГі que algunos de sus hombres suspiraban ante aquella crueldad tan gratuita o se quejaban del desperdicio. Irrien simplemente se quedГі quieto. Si esto no funcionaba, habrГa tiempo de sobras para matar a N’cho mГЎs tarde.
Pero funcionГі, y de una forma que Irrien no podГa haber imaginado.
Vio que N’cho retrocedГa, alejГЎndose del cГrculo y cantando. Mientras cantaba, el suelo de dentro del cГrculo parecГa desmoronarse y cedГa de un modo parecido a cГіmo se podГa abrir un socavГіn en los desiertos de tierra a los que Irrien estaba acostumbrado. Los sacrificios en llamas y gritando cayeron dentro y N’cho continuГі cantando.
Irrien oyГі el chirrido y el chasquido de las tumbas al empezar a abrirse. Una tumba cerca de donde estaba Irrien se hizo aГ±icos con el ruido de la tierra al romperse e Irrien vio que unos huesos salГan de ella como en un remolino, eran succionados hacia el agujero del suelo y desaparecГan sin dejar rastro.
Le siguieron mГЎs, cayendo a raudales en el sitio, golpeando hacia allГ con la velocidad de unas jabalinas. Irrien vio a un hombre ensartado en un hueso del muslo, que era llevado hacia el hoyo. Al caer, chillГі y despuГ©s se hizo el silencio.
Durante unos segundos, todo quedГі en silencio. N’cho hizo una seГ±al a los sacerdotes de la muerte para que se acercaran. Fueron hacia allГ, junto a Г©l, evidentemente deseosos por ver lo que fuera que estaba haciendo. Irrien pensГі que eran unos estГєpidos por ello, poniendo su deseo de poder por delante de todo lo demГЎs, incluso de su supervivencia.
Irrien imaginГі lo que estaba por venir, incluso antes de que una gran mano con garras saliera de la cueva que se habГa abierto y agarrara a uno de ellos. Las zarpas atravesaron al sacerdote y lo arrastraron hasta el agujero mientras Г©l suplicaba misericordia.
N’cho estaba allГ mientras la criatura desgarraba al hombre moribundo y rodeaba la extremidad de la criatura con una ligera cadena de plata con la misma facilidad que si hubiera estado trabando a un caballo. PasГі la cadena a un grupo de soldados, que se agarraron a ella con cautela, como si esperaran ser las siguientes vГctimas.
—Tirad —ordenó—. Tirad con todas vuestras fuerzas.
Los hombres miraron hacia Irrien e Irrien asintiГі con la cabeza. Si esto costaba unas cuantas vidas, valdrГa la pena. Observaba cГіmo los hombres tiraban, con el mismo esfuerzo con el que levantarГan una vela pesada. No arrastraron a la bestia desde su cueva, sino que parecГan poder convencerla para que se moviera.
La criatura saliГі trepando del agujero sobre sus patas con garras. TenГa una piel delgada como el papel y curtida, sobre unos huesos que tenГan la longitud de un hombre. Algunos de esos huesos sobresalГan a travГ©s de la piel en forma de pinchos y pГєas largos como cabezas de lanza. TenГa la altura del lateral de un barco alto, parecГa poderosa e imposible de detener. Su cabeza era como la de un cocodrilo, tenГa escamas y un solo ojo en el centro de su crГЎneo que miraba con una siniestra mirada asesina.
N’cho tenГa mГЎs cadenas e iba de un sitio a otro entregГЎndoselas a mГЎs hombres, de modo que pronto una compaГ±Гa entera de guerreros estaba sujetando a la bestia con todas sus fuerzas. Incluso encadenada de esta manera, la criatura era aterradoramente peligrosa. ParecГa rezumar una sensaciГіn de muerte, la hierba que habГa a su alrededor se volvГa marrГіn simplemente ante su presencia.
Irrien se quedГі quieto. No desenfundГі la espada, pero solo porque no tenГa sentido. ВїCГіmo iba a matar a algo que no estaba vivo de ninguna manera que Г©l entendiera? MГЎs concretamente, Вїpor quГ© querrГa matarla, cuando era exactamente lo que necesitaba para encargarse de los defensores de Haylon y con la chica que, supuestamente, era mГЎs peligrosa que todos ellos?
—Lo prometido —dijo N’cho, con el gesto propio de un esclavista que muestra con orgullo un premio particularmente caro—. Una criatura más peligrosa que cualquier otra.
—¿Tan peligrosa como para matar a un Antiguo? —preguntó Irrien.
Vio que el asesino asentГa como un forjador de espadas orgulloso de su creaciГіn.
—Esta es una criatura de pura muerte, Primera Piedra —dijo—. Puede matar a todo lo que estГ© vivo. ConfГo en que le satisfaga.
Irrien observaba a los hombres esforzГЎndose por retenerla, intentando evaluar la autГ©ntica fuerza de aquella cosa. No podГa imaginar tener que luchar contra ella. No podГa imaginar que alguien sobreviviera a su ataque. Por poco tiempo, aquel Гєnico ojo se encontrГі con el suyo y la Гєnica impresiГіn que tuvo Irrien fue de odio: un odio profundo y perdurable por todo lo que viviera.
—¿Y si despuГ©s no pueden hacerla regresar? –dijo Irrien—. No tengo ningГєn deseo de que venga a por mГ.
N’cho asintió.
—No es una cosa pensada para este mundo, Primera Piedra —dijo—. El poder que la integra se agotará con el tiempo.
—Llevadla a las barcas —ordenó Irrien.
N’cho asintió e hizo gestos a los hombres, dando órdenes acerca de hacia dónde tirar y con cuánta fuerza. Irrien vio el momento en que uno de los hombres tropezaba y la bestia lo atacaba, partiéndolo por la mitad.
A Irrien no le asustaban muchas cosas, pero esta cosa sГ. Sin embargo, esto era bueno. Significaba que era poderosa. Tan poderosa como para asesinar a sus enemigos.
Tan poderosa como para acabar con esto de una vez por todas.
CAPГЌTULO NUEVE
EstefanГa estaba impaciente en la sala de recepciГіn del vasto hogar de Ulren, con el gesto tan falto de expresiГіn como cualquiera de las estatuas que allГ habГa, a pesar del miedo que sentГa entonces. Porque habГa miedo, a pesar de lo que habГa planeado este momento y a pesar de todo lo que habГa hecho para llegar allГ.
A partir de su intento por seducir a Irrien, ya sabГa lo mal que podГa salir esto. Un paso en falso y podrГa acabar muerta, o peor, vendida como el premio de algГєn hombre rico. Con un poco de suerte, la antigua Segunda Piedra serГa mГЎs fГЎcil de atraer que la primera.
La presencia continuada de los matones que la habГan traГdo hasta allГ no ayudaba a calmar los nervios de EstefanГa. No le hablaban ni la trataban con la deferencia que exigГa su posiciГіn. En su lugar, los dos hombres estaban al lado de la puerta como carceleros y la mujer se habГa ido a avisar a Ulren de que EstefanГa estaba allГ.
EstefanГa pasaba el tiempo pensando en la mejor manera de presentarse. EscogiГі un lugar donde habГa un divГЎn en el centro y se reclinГі con elegancia sobre Г©l, incluso de forma seductora. QuerГa dejarle claro a Ulren desde los primeros instantes para quГ© estaba allГ.
Cuando la Segunda Piedra entrГі en la sala de recepciГіn, con la matona a su lado, EstefanГa hizo todo lo que pudo por no levantarse e irse. Mantener la sonrisa en su rostro era incluso mГЎs difГcil, pero EstefanГa tenГa prГЎctica de sobras cuando se trataba de esconder lo que realmente sentГa.
Puede que las estatuas de Ulren hubieran mostrado a un joven atractivo y fuerte en la flor de la vida, pero ahora la Segunda Piedra distaba mucho de ello. Era viejo. Peor que eso, la edad no le habГa tratado bien con sus arrugas y manchas de la edad, la escasez de pelo y las cicatrices que habГa acumulado. Este era el tipo de hombre sobre el que las jГіvenes nobles bromeaban porque las mГЎs pobres de entre ellas tenГan que casarse con Г©l por dinero, no el que EstefanГa deberГa haber considerado como marido en potencia.
—Primera Piedra Ulren —dijo EstefanГa, sonriendo mientras se levantaba—. QuГ© bien poderle conocer por fin.
MentГa porque estaba en juego algo mucho mГЎs importante que ele dinero. Este hombre podГa devolverle su reino. PodГa devolverle lo que le habГan quitado y mГЎs.
—Mi sirvienta me dice que eres EstefanГa, la noble que fue reina del Imperio por poco tiempo —dijo Ulren—. Sembraste rumores para llamar mi atenciГіn. Ahora ya la tienes. Espero que no llegues a arrepentirte de ello.
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